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Ir a la tiendaTodos los días a las dos en punto las hermanas Fandiño Ricart salen con sus
mejores galas por el centro de Santiago. Entre desaprobación, condescendencia o
simpatía, con la frente marchita y sonrisa en la cara, desfilan por las calles
para mostrar el lado amargo de la libertad.
A las dos Marías, las conocían como igualdad, libertad y fraternidad, antes de que la más joven desapareciera en el olvido. No habían sufrido ni la humillación constante ni los paseillos vergonzosos hasta una noche en la que, por la huida de sus hermanos de la persecución de la dictadura, los soldados se las llevaron al lado oscuro del monte.
En Compostela queda su estatua, símbolo contra la violencia institucional y
social, recordatorio de que se puede perder la cordura pero no la dignidad.
Esas figuras pigmentadas con flores de colores son un emblema de voluntad y un
distintivo a la independencia.
Este editorial es un homenaje a su rutina, esa que todos los días a las dos en
punto las llevaba a pasear por Santiago, entre estudiantes y visitantes,
maquilladas y con la ropa de colores cosida por su madre, seguras de que “una juventud
como la suya era digna de una vejez gloriosa”
( Sánchez, Aurea; Las Marías de Santiago).